A lo largo del siglo XX la historia de la humanidad fue partícipe de políticas devastadoras en el plano económico, por nombrar algunos ejemplos respecto a aquello, es preciso mencionar que las medidas de colectivización de la tierra en los años veinte en Rusia; las que más tarde se repetirían en la década de los cincuenta en China y en los sesenta en Tanzania – mostrando en ambos casos resultados igual de devastadores- dejarían a su paso a cientos de millones de campesinos muertos de hambre. Otro hito importante a este respecto fue la desestabilización de la moneda en la Alemania de Weimar, política monetaria que entre otras cosas, facilitó el alzamiento del nazismo, régimen que se encargó del inicio de una de las guerras más trágicas en la historia de la humanidad. Por otro lado, la expulsión de las empresas en Argentina en la década de los cuarenta, y luego en Egipto una década después, tuvo consecuencias realmente negativas, pues dichas medidas tendieron a evitar el progreso, la innovación y la estabilidad económica en esos países. Así las cosas, una de las características que une a todos los acontecimientos mencionados anteriormente es su sustento en malas políticas económicas.
Siguiendo con lo anterior, el siglo pasado fue un siglo de altos y bajos en el que los economistas y las naciones oscilaban entre las políticas económicas que propugnaba el Socialismo de Estado contra la Economía de Libre Mercado. Sin embargo, ante la opción de cuál sería el sistema imperante en el mundo, las políticas económicas tendientes a sostener un sistema de propiedad pública, que dejaba de lado la libre competencia en el mercado, privilegiando un sistema de producción planificada, fueron dejadas de lado poco a poco, siendo remplazadas por políticas tendientes a promover la propiedad privada, la libre competencia y en las que la producción es determinada por los privados, no por el Estado.
¿Cómo ocurrió lo anterior? Las malas políticas económicas fueron dejadas de lado, dando paso a la implementación de buenas políticas económicas. Aquella postura es sostenida por Guy Sorman, economista, periodista y filósofo político francés, defensor del libre mercado, la filantropía y el capitalismo moderno, quien en Marzo del presente año visitará nuestro país.
Sorman en su obra “La economía no miente” nos señala que la “Economía” ha tenido un desarrollo como ciencia independiente racional, refutable y contrastable con la realidad, solo en los últimos dos siglos, pues anteriormente dicha rama del conocimiento se discutía en los círculos intelectuales con vocación de intuición y especulación, sin fundamento empírico.
Hoy en día, dentro de un ámbito científico serio y racional, gracias al desarrollo de modelos matemáticos contrastables con la realidad en que vivimos, es posible demostrar la validez de las teorías económicas mediante su validación, refutación o corrección. No obstante lo anterior, como sostiene Sorman: “En tiempos de crisis suele resurgir el pensamiento mágico, el cual borra la racionalidad alcanzada; la demagogia y el pánico pueden anular las enseñanzas de la ciencia económica” y vaya que tiene razón el autor al sostener esto, pues basta señalar que aquello es fiel reflejo de las políticas económicas implementadas en la actualidad por nuestro gobierno de turno.
Con argumentos claros y precisos a lo largo de las páginas de su obra, Sorman al explicar porque la economía no miente, nos invita a no abandonar la creencia en la implementación de las buenas políticas económicas, aquellas que en el mundo durante las últimas décadas han sacado a la gente de la pobreza, han mejorado sus oportunidades y han permitido a las personas tener – en términos señalados por Milton Friedman- libertad de elegir.
Sorman es claro al sostener que: “Los ciclos económicos son resultado de la innovación. La innovación – ya sea técnica, financiera o gerencial- genera crecimiento, pero no todas las innovaciones son exitosas… sería bueno escapar de los ciclos económicos, pero no hay manera de tener crecimiento sin innovación, innovación sin riesgo, o riesgo sin ciclos económicos. Los ciclos económicos con sus altibajos no son enemigos del progreso económico; el enemigo del desarrollo humano son las malas políticas económicas”.
Alvaro Massardo Delgado
Analista Círculo Acton Chile
Foto de libertad.org.ar