Noticia de Pulso Economía & Dinero
2016-12- 27
ENTREVISTA CON EL PSICÓLOGO SOCIAL DE LA ESCUELA DE NEGOCIOS DE LA U. DE NUEVA YORK
Jonathan Haidt y el choque entre globalización y nacionalismo: “Soy pesimista sobre la posibilidad de que la disputa disminuya”
Una entrevista de FRANCISCA GUERRERO Una entrevista de FRANCISCA GUERRERO EL CONFLICTO es eterno, según Jonathan Haidt, psicólogo social de la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York, que no se siente optimista respecto a la disputa moral que se libra en nuestros tiempos. Globalización versus nacionalismos, la irrupción de las redes sociales y el aumento de la inmigración son factores que generan cada vez más tensiones en el mundo desarrollado, escenario en el que no descarta una confrontación más violenta.
El académico, que el próximo 4 de enero ofrecerá la conferencia ‘¿Cómo nos afecta el capitalismo y qué hace por nosotros?’, organizada por el CEP y La Otra Mirada, también trabaja en torno al sistema ético de las organizaciones. En ese marco, asegura que si muchos quebrantan la ley en una industria, como en los casos de colusión, no se puede culpar a manzanas podridas sino a todo el cajón.
Usted ahonda en la diputa moral que existe entre las personas respecto a su percepción sobre la economía, ¿podría explicar este concepto?
—Siempre va a haber conflictos en los grupos humanos, a veces simplemente es por los recursos, pero incluso en esos casos la gente tiende a entenderlo como una disputa moral, donde se tiene cierto derecho que otro está violando. La disputa es eterna, lo ves en el budismo, hinduismo, en la biblia.
En general los conflictos son específicos en cada país, pero estos conflictos son cada vez más similares unos de otros. Están creciendo los populismos en Gran Bretaña, Estados Unidos, Polonia, Hungría, en realidad en toda Europa y algunos están ganando fuerza. Personalmente, creo que en el siglo XXI habrá varios conflictos, uno de ellos en torno a la globalización, que se ha expandido con la prosperidad pero que ha intensificado la desigualdad en muchos países.
Otro tiene que ver con las redes sociales, que solo en los últimos años han permitido que todos sepamos lo que está pasando al otro lado. Con esto, la política se está volviendo algo mucho más personal. Lo tercero es el aumento de la inmigración en todos los países, lo que tiene un amplio efecto sociológico.
Hay varios países que están experimentando estas tres tendencias, lo que se traduce en ira política y polarización.
¿Forman parte de esto los cuestionamientos al libre comercio que atraviesan el triunfo de Donald Trump y del Brexit?
— Claro, es parte de la división emergente entre globalización y nacionalismos. Los partidarios de la globalización están generalmente en el ala izquierda de la moral, mientras que los nacionalistas están más cercanos a la derecha. Es fundamentalmente una discusión sobre la legitimidad del levantamiento de muros.
Los partidarios de la globalización no se sienten cómodos con la idea de los muros, creen en el libre movimiento de las personas, lo que se liga bastante a la idea que defiende la Unión Europea. En tanto, los nacionalistas tienden a ser más patriotas, más hostiles frene a la influencia extranjera en sus propios países, por lo tanto la sola idea de sobrepasar las líneas fronterizas es perturbador para los nacionalistas.
Si el comercio hubiera cumplido las promesas que hizo el siglo pasado, no habría tanta discusión al respecto. Pero debido a que al menos en Estados Unidos los tratados de comercio son negociados por miles de lobbies que representan interesas corporativos, no es claro quién realmente está hablando por la clase trabajadora.
En EEUU hay una división muy grande en relación a la gente que se ha visto beneficiada por la globalización, especialmente en ciudades donde la gente se ha visto dañada, por ejemplo en zonas rurales, en el medio oeste, en esos lugares donde triunfó Donald Trump.
¿Cree que esta disputa moral pueda llegar a una confrontación más violenta?
— En general soy muy pesimista sobre la posibilidad de que esta disputa disminuya en lugar de ponerse peor, bastante peor. La única esperanza que tengo es que los niveles de violencia en estos términos son mucho menores a los que vimos, por ejemplo, en los años ‘60.
En esos años Estados Unidos también estaba muy dividido pero había mucha más violencia, hubo mucha más muerte como respuesta a la ira política. Hasta el momento acá tuvimos elecciones muy divididas y en el peor de los casos, algunas peleas entre personas, pero nadie fue asesinado por las elecciones. Los niveles de violencia aún son muy bajos, pero no sé cuánto va a durar eso.
En su trabajo también aborda los sistemas éticos para las empresas ¿A qué se refiere exactamente?
— Es una forma de mirar a las compañías como sistemas complejos compuestos de personas individuales. Por lo tanto, si quieres mejorar los activos de una organización no puedes sólo hablar de ello, no puedes solo incentivarlos. Hay que mirar los diferentes niveles de análisis (individual, grupal y social), contar con una mirada sistémica.
Eso es lo que estamos tratando de hacer: aplicar el comportamiento de la investigación científica a los sistemas para mejorar la ética en los negocios.
¿Cómo una empresa puede desarrollar un sistema ético?
— Cada empresa tiene su propia cultura, por lo tanto, sus líderes tienen que estar atentos a ella y preguntarse qué pueden hacer para mejorarla. Actualmente en Estados Unidos la ética se aboca casi completamente al cumplimiento de los objetivos que impone la ley, tienen sistemas operando para medirlo y una capacitación que apunta en esa dirección. Cuando se piensa solo en cumplir la ley, los asuntos éticos se transforman en un obstáculo y estamos tratando de cambiar eso, que la ética vaya más allá del cumplimiento de esos estándares legales.
En ese marco, ¿cuáles son los temas más importantes para los sistemas regulatorios?
— Los sistemas regulatorios debiesen preocuparse de que no se incentiven las cosas equivocadas. La mayoría de los sistemas regulatorios son desarrollados por economistas, que no saben mucho de psicología. Por ejemplo en Estados Unidos en 1992 la ley se cambió para que cuando una compañía quiera pagar a un ejecutivo más de US$1 millón al año ese gasto no sea deducible, a no ser que la compañía pague por el sistema que puso en operación.
Los economistas apuestan a impulsar a los líderes a alcanzar metas de rendimiento, por ejemplo el precio más alto de una acción, pero esto puede ser una idea terrible, porque siempre que estableces metas concretas la gente las alcanza sea como sea, harán lo que sea posible para cumplirlas. En los ‘90 vimos mucho eso, que se establecían metas concretas en lugar de pensar en el bienestar de la compañía a largo plazo.
En Chile hemos visto muchos casos de colusión, en medicamentos, papel tissue y pollos.
¿Cree que se pueda atribuir a la falta de un sistema ético en nuestra cultura empresarial?
— No conozco mucho de Chile, por lo que no puedo hablar de su cultura. Pero aquí es donde caben los tres niveles de análisis: el más bajo es el individual y sabemos mucha de su psicología, en del medio es la cultura de la organización que afecta al grupo, el más alto es el sistema en el que está inserta, lo que incluye la ley y la regulación, pero también considera la cultura nacional.
Por lo tanto, al ver cómo se comporta una empresa en Chile, en relación a una en China o Suiza, va a ser muy diferente. Respecto a la colusión, es importante que exista una regulación consistente. Si el problema es de dos ejecutivos, las normas de la empresa pueden operar.
Cuando se ve que es algo que va más allá de unas pocas personas, es posible que se requiera de normas sobre lo que es bueno para el país.
Detectar los casos es difícil, porque los empleados que lo ven sienten que sacarlos a la luz es una traición a su equipo, pero lo que debe importar en este caso es el bienestar de la compañía a largo plazo.
En casos como estos hay gente que culpa a los individuos, pero hay quienes consideran que es algo propio del afán de acumular ganancias en el capitalismo.
¿A quién es más justo responsabilizar?
— Desde el punto de vista psicológico nos gusta culpar a individuos. Nos gusta encontrar a la manzana podrida. Es mucho más fácil. La idea central de los sistemas éticos apunta a la psicología social. Todos estamos muy influenciados por el ambiente y por lo que la otra gente está haciendo. Los sistemas éticos ponen más atención al cajón que a la manzana. Si hay industrias donde la mayoría de las personas está quebrantando la ley no puede ser por una manzana podrida, sino por el cajón. Si algo es común en una industria es porque se trata de un problema sistémico.
Teniendo eso en cuenta, hay que tener presente que dos manzanas podridas realmente pueden estropear al grupo. Por lo que de todas maneras los individuos importan. Recuadro : ‘Cuando se piensa solo en cumplir la ley, los asuntos éticos se transforman en un obstáculo’.
‘Si hay industrias donde la mayoría está quebrantando la ley no puede ser por una manzana podrida’.
‘Los sistemas regulatorios debiesen preocuparse de que no se incentiven las cosas equivocadas’.
‘Siempre que estableces metas concretas la gente las alcanza sea como sea’.
‘La globalización se ha expandido con prosperidad pero ha intensificado la desigualdad’.
‘No está claro quién realmente está hablando por la clase trabajadora (en la discusión de acuerdos comerciales)’
‘La única esperanza es que los niveles de violencia son mucho menores a los que vimos en los ‘60’.
‘Los partidarios de la globalización no se sienten cómodos con los muros, creen en el libre movimiento de personas’.
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