El italiano sostiene que las críticas al sistema pasan por no hacer la diferencia entre ser promercado y ser proempresas. El académico estará este jueves en un seminario organizado por La Otra Mirada y la Universidad Adolfo Ibáñez.
“Hoy día hay muchos haciendo lobby por las empresas, pero nadie está haciendo lobby por el mercado”, afirma enfático Luigi Zingales. Él, por el contrario, es un férreo defensor de la competencia y el libre mercado, y se declara partidario de limitar el poder que pueden llegar a tener las compañías.
Para este economista italiano radicado en Estados Unidos, y académico de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago, el capitalismo en el mundo está pasando por una crisis de apoyo. Sin embargo, a su juicio, el primer paso para construir una defensa del sistema es diferenciar entre ser promercado y ser proempresa.
“Ser promercado es estar a favor de la competencia. Mientras que ser proempresa es defender intereses de empresarios particulares”, señala. Este problema se agrava, advierte, cuando estas empresas logran crecer, ocupar una parte relevante del mercado y comienzan a cooptar a los gobiernos para mantener su privilegio.
Zingales estará en Chile y este jueves participará en la conferencia “Salvando al capitalismo de los capitalistas”, el mismo nombre del libro que escribió junto con Raghuram Rajan, y que ha sido calificado como “una de las defensas más poderosas del libre mercado jamás escrita”.
-Hay quienes dicen que el capitalismo está pasando por una crisis, ¿está de acuerdo?
“Yo creo que el capitalismo está pasando por una crisis de consenso y apoyo. El capitalismo triunfó después de la caída del Muro de Berlín, pero una vez que el muro cayó no hubo ninguna definición de cómo sería el capitalismo. La gente comenzó a probar distintas formas, abrazó el capitalismo sin ningún tipo de crítica. Y esta falta de crítica hizo que fuera poco reflexivo. Todo lo que tenía que ver con el mercado pasó a ser bueno. Por eso en mi libro yo hablo de la diferencia entre ser promercado o proempresas. Cuando eso no está claro se generan críticas al capitalismo.
-¿A qué se refiere?
“La diferencia que hago es que uno tiene que ver con el apoyo al libre mercado y el otro tiene que ver con el apoyo a los negocios. Cuando un empresario quiere entrar a un negocio siempre son promercado, pero una vez que están adentro quieren subir las barreras de entrada para aumentar sus ganancias. Cuando uno subsidia la creación de nuevos negocios, lo que está haciendo es promover la empresa y no necesariamente el libre mercado, y el problema es que se promueve primero a los que son progobierno. Y eso crea muchas distorsiones. Se da la sensación de que si uno quiere tener éxito, primero tiene que ser progobierno”.
-¿Cuál es del rol que le cabe al Estado?
“Todos están de acuerdo con que el Estado debe proveer ciertas cosas como la defensa. Yo creo que el Estado debe poner una especie de red de seguridad para que la gente se atreva a emprender, pero esa red no debe desincentivar el libre mercado. Por otra parte, hoy, cuando las grandes compañías tienen problemas lo primero que hacen es ocupar a los trabajadores como escudo y protegerse ellos mismos. El Estado sí tiene que intervenir en esos casos. Y, por último, el gobierno es el que tiene que poner las reglas del juego y tener un rol activo en reforzar la competencia”.
“Donde creo que el Estado no se puede meter es en la elección de donde invertir. Porque elegir inversiones es algo muy difícil de hacer y dejar que la eficiencia de los Estados lo hagan es ir directo a un desastre”.
-¿Cree que se puede determinar el tamaño ideal para el Estado?
“La idea del tamaño del Estado cambia dramáticamente en el tiempo. Cuando los países están en tiempos de guerra, obviamente se necesita un Estado más grande, pero después, con los tiempos de paz, se necesita un Estado más pequeño. Yo me centraría más en lo que tiene que hacer un gobierno, en las metas que tiene que lograr, y cómo hacerlo a un costo mínimo. El tamaño de un gobierno tiene que ver más con qué tan eficiente es un gobierno.
-¿Y cuál es el riesgo de aumentar impuestos más allá de lo razonable?
“Yo creo que hay dos costos. Mientras más dinero le quitas a la gente en impuestos, menos motivadas están a tener éxito en la vida y trabajar duro. La verdad es que la mayoría de los países se definen no por cuánto pagan las clases altas, sino que por cuánto pagan las clases medias. Todos dicen que Estados Unidos es un país que paga bajos impuestos, pero si miras cuánto paga una persona en el estado de Nueva York, paga mucho. De hecho, la gente rica paga mucho más en Nueva York que en Italia. Ahora, el tema es que para hacer crecer la caja se necesita cobrar mucho impuesto. Entonces, la pregunta es cuánto queremos cobrarle a la clase media”.
“Y una segunda pregunta es qué se va a hacer con ese dinero. En muchos países donde la tasa de impuesto es de un 50{fc94e7e873e257dc0753866bc16be773f0d6c84dc4f33e443fa03ad4baf3cb3e} solo están creando distorsión y desperdicio en el sector público. Hay que ver qué tan eficiente es lo que se está haciendo”.
-En ese sentido, ¿qué opina de la defensa que hace Thomas Piketty de cobrar impuestos a la riqueza?
“Mi libro se trata del capital en el siglo XX, pero también habla del capital en el siglo XIX. Él es un francés que piensa en el capital como tierras y grandes industrias. Hoy día hablamos de capital en capacidad intelectual, en marcas… Ya no hablamos de los grandes terratenientes del siglo XIX, sino que hablamos de la gente que creó Google, Facebook, eBay. Si de verdad se quiere ver la forma de cobrar impuestos equitativamente, ya no pasa por cobrarle impuestos a la tierra, sino que pasa por redefinir esta nueva propiedad. Ese es el tipo de batalla que debes lidiar en el siglo XXI. Yo dejo los castillos y las tierras a las que se refiere Piketty en el siglo XIX y me refiero a estos nuevos castillos. En segundo lugar, tratar de hacer equidad cobrándole impuestos a la riqueza crea mucha distorsión y vamos a gastar mucho tiempo tratando de evitar los problemas que genera”.
“La forma correcta de hacerlo es crear un sistema de mercado que genere tanta competencia que no le permita a una empresa mantener su posición por mucho tiempo”.
-La competencia genera equidad…
“En un mercado con alta competencia y bajas barreras de entrada, los ganadores no mantienen su posición por mucho tiempo. En el fútbol o las carreras de autos, el campeón es campeón por muy poco tiempo, porque la competencia hace que llegue algo mejor detrás. En el mercado es igual. Y el problema es que hoy día, cuando estás arriba empiezas a redefinir las reglas para mantenerte. Eso genera inequidad y resentimiento sobre el capitalismo”.
“Por ejemplo, no creo que a la gente le dé rabia que Steve Jobs haya tenido tanta plata. Porque él creó cosas creativas, necesarias, que a la gente le gustaron y de las cuales hoy día dependemos. La gente se enoja cuando, por ejemplo, el CEO de Morgan Stanley o de AIG se fue para la casa con millones de millones de dólares después de haber llevado sus compañías a la quiebra. Eso es lo que le da un mal nombre al capitalismo”.
“Ser promercado es estar a favor de la competencia. Mientras que ser proempresa es defender intereses de empresarios particulares”.
“Cuando un empresario quiere entrar a un negocio siempre es promercado, pero una vez que está adentro quiere subir las barreras de entrada para aumentar sus ganancias”.
“En un mercado con alta competencia y bajas barreras de entrada, los ganadores no mantienen su posición por mucho tiempo”.
“El problema es que hoy día, cuando estás arriba empiezas a definir las reglas para mantenerte. Eso genera inequidad y resentimiento sobre el capitalismo”.
Publicado en El Mercurio por David Lefin López en Chicago, EE.UU.
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